lunes, 23 de mayo de 2016

BLOQUE 3 - TEMA 1

CONSUMO RESPONSABLE



EDUCACIÓN PARA EL CONSUMO ¿QUÉ CONSUMIMOS? ¿CÓMO CONSUMIMOS?  

DEL CONSUMO RESPONSABLE AL CONSUMO SOSTENIBLE 


El consumo es un fenómeno de gran peso en la vida actual de los países desarrollados y también de los que están en vías de desarrollo, sinónimo de felicidad y de estatus personal. Por todo ello el consumo merece ser objeto de la educación.   
En la educación para el consumo resulta clave la implicación familia-escuela, puesto que los padres marcan las primeras pautas en este terreno, junto al contexto social y los medios de comunicación. La educación para el consumo implica información, capacidad de análisis crítica de las situaciones y sensibilidad respecto a las consecuencias del consumo desmedido, que pone en peligro la supervivencia misma del planeta. El consumo se enfrenta así con la escala de valores que la educación debe defender. 

Pero, ¿qué entendemos por consumo?

La palabra consumo viene del latín: cosumere que significa gastar o destruir.



CONSUMO: Es la acción y efecto de consumir o gastar, bien sean productos, y otros géneros de vida efímera, o bienes y servicios, como la energía, entendiendo por consumir como el hecho de utilizar estos productos y servicios para satisfacer necesidades primarias y secundarias.  

El consumo masivo ha dado lugar al consumismo y a la denominada sociedad de consumo.   




“Toda nuestra economía se basa en lo que los especialistas en mercadotecnia llaman en su jerga “impulso de compra” y no es, en realidad, sino la sistematización del capricho” (Meirieu, 2010, 80).   



El consumo ha existido siempre, forma parte de la existencia humana, pero en la actualidad se ha convertido en dinamizador de la sociedad:

Por un lado, se ha establecido la creencia (estrechamente vinculada al desarrollo industrial y económico) de que la acumulación de bienes de mercado es fuente de felicidad y sinónimo de éxito personal.

Por otro, el fenómeno del consumo es global; el fenómeno que entendemos por globalización ha disuelto y expandido los límites territoriales de los modos de producción, distribución y consumo.  

Todos somos consumidores, de igual forma que todos somos ciudadanos de un mundo globalizado, y los principios que rigen la economía global no son muy diferentes de los que gobiernan, a pequeña escala, la economía familiar; en ambos casos, consumir por encima de las posibilidades acaba pasando factura tarde o temprano.  

Se impone, pues, encontrar un punto de equilibrio entre ambas dimensiones. De ahí la necesidad básica de autolimitar las aspiraciones egoístas, y de tener siempre presente el gran privilegio que supone poder preocuparse de cuestiones como el consumo mientras millones de personas en el mundo carecen de los mínimos necesarios para subsistir.

Pero aún así seguimos creando pseudonecesidades que han dado paso a la fiebre por los productos bio, las tiendas ecológicas y la dietética sana. Seguimos inmersos en la espiral del consumo, si bien ahora está orientada a las bioindustrias, los eco-productos y la oferta de mejores tecnologías, ligeras y limpias. De hecho, se trata solamente de una nueva modalidad de consumo: el ecoconsumismo.  

Con todo, la ecología del consumo no ha conseguido restar importancia a la necesidad de autolimitar el consumo general de forma responsable. 


  
Hay que encontrar un punto de equilibrio entre: 

Necesidad básica de autolimitar las aspiraciones egoístas. 
Tener siempre presente el gran privilegio que supone poder preocuparse de cuestiones como el consumo mientras millones de personas en el mundo carecen de los mínimos necesarios para subsistir.

Necesidad de que la educación se ocupe del consumo responsable  

El acto de consumir no es una característica que defina al ser humano, sino un rasgo del que participan todos los seres vivos. Pero consumir de forma racional es consecuencia de la libertad, que sí constituye una cualidad específicamente humana.

¿Por qué consumimos? ¿Qué nos aporta el consumo?  

Marcuse distinguía dos tipos de necesidades en relación con el consumo que las personas intentan satisfacer: 

Las necesidades verdaderas o necesidades vitales:


Vestido

Vivienda


Alimentación





 Las necesidades falsas, que son las que están determinadas por fuerzas sociales y culturales. Estas nos aportan felicidad, autoestima, socialización, etc.




Publicidad: Principal motor del consumo


Todo esto es manipulado también por fuerzas culturales donde la publicidad desempeña un papel muy importante. En ningún otro aspecto de la vida somos guiados con tanta insistencia y derroche. Por ejemplo, desde 1997 el gasto en publicidad en España ha sido superior al presupuesto del Ministerio de Educación.  

En efecto, hoy las niñas y los niños son clientes, compradores y gastadores; seducidos por el consumo, actúan desde muy pronto como pequeños consumidores. En la actualidad, los niños y adolescentes tienen más confianza en sí mismos, están más informados como consumidores, son más pragmáticos y consentidos. Crecen en una sociedad de consumo que los obliga a establecer un contacto temprano con el dinero. 
Las cifras hablan por sí solas; desde hace ya unos pocos años, más de la mitad de los niños en nuestro país tiene ordenador, y casi el 50% videoconsola (Pérez Alonso-Geta y otros, 2007). Una tercera disponen de móvil y de televisor en el propio dormitorio. La conexión a internet en el hogar está ya al alcance del 30% de los niños de 7 a 14 años, y la cifra se eleva hasta el 41,4% en el segmento de los 12 a los 14.   


¿Cuáles son los principales productos de consumo en la etapa de infantil? 



Chucherías
Bollería industrial
Televisión
Videojuegos

Juguetes




¿Cuáles son las claves que tenemos que tener en cuenta como maestros si queremos educar para el consumo? 


• Colaboración escuela-familia en la educación para el consumo 
• Información para saber consumir 
• Establecer la vinculación entre publicidad y Consumo 
• Vinculación entre necesidades personales y consumo 
• Información sobre etiquetas, relación calidad-precio y demás vinculaciones del producto



Necesidad de la colaboración escuela-familia en la educación para el consumo  

La educación para el consumo se logra, ante todo, con el ejemplo, con la vivencia directa en un ambiente de moderación y responsabilidad respecto a los bienes y servicios consumidos.
Los padres son los primeros modelos que imitar, los que determinan en mayor medida un futuro consumo responsable o irresponsable.

Según estudios recientes, a los niños se les compra cada vez con mayor asiduidad ropa de marcas caras. Y es que las estrategias de marketing infantil tratan de llegar a los padres sabiendo que éstos, a su vez, influirán en el pensamiento de los niños.  

Parece claro que la escuela, por sí sola, no podrá lograr una educación para el consumo eficaz si no establece una auténtica acción coordinada con las familias, porque de ellas proceden los recursos económicos y la socialización de los modos de conducta que hacen posible el consumo.   

Pero, además, hay razones de peso estrictamente pedagógicas: si la escuela acomete un programa sistemático de educación para el consumo, será necesaria una implicación directa de  las familias para llevarlo a término, lo que supone acordar conjuntamente los contenidos y las acciones que se hayan de realizar y, sobre todo, supone adquirir un compromiso para que las decisiones familiares no entren en contradicción con los principios que pretende fomentar la educación escolar.
  
La relación familia-escuela es un pilar fundamental en la educación, especialmente en la etapa infantil. Por eso, debemos transmitirles a las familias del alumnado todas las decisiones que se adopten en el centro educativo en aras de un consumo más responsable y crítico.




Los hábitos que los niños adquieren en la escuela son transmitidos y amplificados en el campo familiar, por lo que debemos ser conscientes de la repercusión de determinados gestos asociados tanto a valores como a contravalores. 

¿Qué hábitos de consumo podemos trasmitir en la escuela y que tengan repercusión en la familia



• Reciclaje de materiales
• Establecimiento de menús sostenibles en los comedores escolares
• Ahorro de agua en los baños,
• Utilización correcta de la energía, reutilización de recursos, etc.

Cada vez que en un aula se ejercita el consumo responsable de recursos naturales, se fomenta el aprovechamiento de materiales de desecho o se valoran las pequeñas cosas, los niños actúan de correa de transmisión de esos mensajes desde la escuela al hogar. 




Necesidad de información para saber consumir  

La ignorancia fomenta el consumo irracional y excesivo. La educación para el consumo, por tanto, debe incluir una importante carga informativa, necesaria para tomar decisiones con conocimiento de causa. En la edad infantil más temprana, la información respecto al consumo procede del contexto familiar, del grupo de iguales, así como de la influencia de la televisión y otros medios de comunicación, que van a actuar como facilitadores o inhibidores de un consumo responsable. 

Por tanto, un niño entre 3-5 años debe conocer un tipo de información para consumir responsablemente diferentes juguetes:

•Edad a la que va dirigido
•Calidad (roturas, materiales, etc.)
• Para qué sirve
• Dónde se ha fabricado
• Quién lo ha fabricado…


Necesidad de establecer la vinculación entre publicidad y Consumo  


Desvelar los mensajes publicitarios, analizar la publicidad engañosa o advertir de los recursos de que se valen las empresas para mover al consumo, son posibles campos de intervención de la educación para el consumo. Dentro del campo de la publicidad habrá que prestar especial atención a la publicidad televisiva, dado su impacto indiscutible en los hábitos de consumo del conjunto de la población. Son sobradamente conocidas las prácticas consumistas ya arraigadas entre algunos niños de corta edad, que demandan objetos anunciados por televisión y prefieren las marcas de moda en su indumentaria deportiva. 

En clase realizamos una actividad que consistía en analizar un anuncio:

ANÁLISIS DE UN ANUNCIO 



Denunciar los excesos consumistas y sus consecuencias 

Una gran parte del consumo actual se podría incluir en el capítulo de las comodidades o, si se prefiere, de la evitación de molestias:

-Constantemente se dejan luces encendidas o aparatos conectados sin ser necesario
-Se utiliza el vehículo propio para efectuar desplazamientos que fácilmente pueden hacerse a pie, en bicicleta o en el transporte público
-Los electrodomésticos se utilizan a la mitad de su capacidad
-Se gasta mucha más agua de la necesaria…

Todo ello debe tratarse en una educación para el consumo, que no puede alejarse de la sensibilidad por la preservación del medio ambiente, ni de la solidaridad entre personas y pueblos. No se puede concebir un consumidor responsable que no reflexione sobre las consecuencias que su actuación consumista tiene sobre el entorno y sobre los demás.  

Así las cosas, ser un consumidor responsable es una forma más de ser solidario con los seres humanos y el mundo. Por ello se prodigan en los últimos años las publicaciones y estudios por un consumo “sostenible” o de terminología equivalente, entendiendo por tal “la producción y distribución, uso y eliminación de productos y servicios y proporciona los medios para repensar acerca de sus ciclos de vida” (UNESCO, s.f.) 


APRENDER A CONSUMIR RESPONSABLEMENTE: PAUTAS BÁSICAS Y PRINCIPIOS DE ACCIÓN  

Educación para el consumo como educación en valores, educación integral y educación para la formación de decisiones responsables.   

En primer lugar, se trata de una educación que introduce racionalidad, más allá de la socialización.

En segundo lugar, se trata de una educación que ha de promover la libertad y la autonomía de comportamiento, que permite no dejarse influir por nada ni nadie, por mucho que ofrezcan bienestar, comodidad, belleza, disfrute, etc.

En tercer lugar, es una educación que informa a los ciudadanos sobre la naturaleza de los productos que consumen, que enseña a tener en cuenta la relación calidad-precio y la necesidad de ser exigente; una educación que advierte de las consecuencias del consumo en el medio ambiente, el desarrollo sostenible y la calidad de vida, y que trata de desarrollar creencias y actitudes adecuadas que conciencien sobre el deber de consumir sin mermar   la libertad y el desarrollo de los seres humanos, por alejados de nosotros que estén, y sin descuidar la protección del medio ambiente.




La educación para el consumo, no puede alejarse de la sensibilidad por la preservación del medio ambiente, ni de la solidaridad entre personas y pueblos.

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